viernes, 4 de marzo de 2016

LA MODA EN EL SALÓN DE LOS RECHAZADOS

LA MODA EN EL "SALÓN DES REFUSÉS"

 Un gran dilema del siglo entre sociólogos, artistas y diseñadores.

 



      Parece que por pertenecer al bando del capitalismo y fomentar la vanidad femenina, el mundo de la moda es frecuentemente denigrado y tachado como algo superficial. Hay quienes lo menosprecian o consideran muy vacío para ser una disciplina artística. Tanto la moda como el arte son medios de expresión de gran potencia, que crean objetos no sólo bellos, sino también capaces de emocionar. Es importante tener en cuenta que muchas de las pinturas más famosas hoy en día, fueron primero renegadas y enviadas al “Salon de los Rechazados” en París. Al igual que otros medios de producción cultural como por ejemplo el Cine, hoy llamado “el séptimo arte”, fue también puesto en duda y tema de un gran debate en su momento. De la misma forma en que ocurrió con la Fotografía y la Música popular, que antes de ser aceptadas como formas de arte y lograr codearse con las pinturas de Boticelli y las sonatas de Beethoven, debieron pasar duras pruebas y críticas hasta conseguir un lenguaje propio que las defendiera. 

    Ahora, la moda está en este período de transición. Entendemos que no cumple el mismo rol que un lienzo enmarcado, por que la moda está más cerca, pertenece al mundo cotidiano, en el sentido de que el acto de vestirnos es diario. Cada mañana debemos decidir atuendos para ir al trabajo, para salir a pasear, o, simplemente para descansar; y claro está que no se necesita ser un artista experimentado para expresarnos de esta manera estética. Al mismo tiempo, el acto de vestirnos es auténtico e individual. Nos vestimos de acuerdo con nuestros estados de ánimo o según una ideología o creencia, por ejemplo, hay gente que sólo usa ropa ecológica y materiales alternativos al cuero para mantener un estilo de vida y defender principios – y hay otras que hacen del vestir un arte performativo, porque con sus vestimentas logran trascender o chocar al espectador. 

    Personalmente, lo considero un ingenioso medio de expresión, así como hablar o bailar. Es una manera de responder a una sociedad y de representar simbolicámente la realidad de cada época. Jugar con las paletas de colores, desafiar lo conservador y atraverse a revolucionar para trascender y para comunicar sensaciones o emociones, sin importar las críticas alrededor, es arte. Y eso es exactamente lo que puede significar la Moda. Pero faltaría por determinar si hay moda que de verdad gane un lugar en los museos, que tenga algo que expresar más allá de su interés como vestido. ¿En qué vitrina sería más acertado exhibirla? y ¿Dónde caben los textiles como un vehículo de expresión artística?


    Si analizamos la complejidad del Haute Couture, un oficio que incluso para los más afamados diseñadores, resulta muy difícil de financiar. Los prototipos o creaciones de este tipo no venden, porque más que prendas con fines comerciales, son una extensión del universo creativo de su autor. Una vez más podríamos formularnos la interrogante que resuena en la mente de los artistas. Si la profesión y acción de imaginar, bocetear y elaborar una prenda, es o será algún día, arte puro. 


   Han sido varios los roces entre estos dos mundos, como el día en que la diseñadora surrealista Elsa Schiaparelli creó junto a Salvador Dalí, el famoso vestido con langosta; o el vestido “Mondrian” de Yves Saint Laurent, o el diseño gráfico del artista japonés Takashi Murakami para Louis Vuitton, o cuando Miuccia Prada mezcló en la pasarela el arte pop del Grafiti y grandes rostros femeninos sobre sus diseños.


   En 1951 Balenciaga presentaba vestidos de noche inspirados en la pintura del genio francés Toulouse Lautrec. En el 2007 para la celebración del 60 aniversario de la casa Christian Dior, John Galliano acarició el arte, inspirándose en obras de Degas, Renoir, Boucher, Watteau, Fragonard, Gainsborough, Reynolds, Sargent; Rembrandt, Rubens, Van Dyck, Botticelli, Caravaggio, Raphael, Tiepolo y Leonardo da Vinci.


  El dúo holandés Viktor & Rolf plasmó en una colección de alta costura esta discusión con toques de humor y crítica. Vestidos de denim combinados con faldas, vestidos y chaquetas hechas de lienzos y tela de algodón drapeada e intervenida con explosiones de pintura y retratos más o menos artísticos, todas con un marco incluído. Lo interesante fue el desarme de los lienzos a medida que las modelos desfilaban, desvistiéndose y colgando las pinturas en las paredes del salón donde se realizó el desfile insinuando que la respuesta a la trillada pregunta de si la moda califica como arte, es determinar si se debería colgar en una pared o vestir un cuerpo. Luego, esas piezas formaron parte de una muestra, dejando atrás su pasado como indumentaria e instalándose en su nuevo puesto en las salas de arte. 

   Palabras mayores sería hablar del diseñador turco Hussein Chalayán, famoso por sus materiales polémicos, quién entre tanta originalidad crea una colección de prendas de seda descompuesta y algodón que enterró junto con limaduras de hierro en su jardín, la misma que lo lleva a conseguir el éxito como diseñador y artista. Ni hablar de la muestra de Alexander McQueen “Savage Beauty” la cual batió record de visitas en El Metropolitan Museum of Art en Nueva York y el Victoria & Albert Museum de Londres, exponiendo esculturales vestidos cargados de drama, dolor, belleza, toques barrocos y su particular estilo surreal/onírico.


   Algo parecido ocurre con la serie “Peletería humana”, obra de la artista argentina Nicola Constatino, con buen gusto para el diseño y una habilidad natural para la confección de tapados, vestidos, corsé, zapatos y otras prendas con tela fabricada por ella misma: una especie de cuero sintético que imita frunces de anos, ombligos y tetillas. Su brillantez permitió la consigna de “cubrirse con la propia piel, exagerar y refinar la protección natural”.

   Pero en esta época en la que todo se mueve, todos es interactivo, instantáneo y al mismo tiempo se vuelve efímero; es necesario entender que las nuevas generaciones de artistas ya no sólo se preocupan por comunicar con sus obras un sentimiento, sino que pretenden hacer trabajar la mente y el ojo del espectador, también exigen de él una actitud interactiva, una reacción frente a la obra. 


   Es por eso que el universo artístico volvió a toparse con las pasarelas, cuando dos venezolanos se unieron para poner una vez más fin a esta discusión y hablar por medio de vestidos, el mismo idioma alegre y vivo de Latinoamérica con una propuesta de moda, color y movimiento. 


  “Voyage Cinétique II” es el nombre de la fusión entre el Haute Couture de Oscar Carvallo y el cinetismo del maestro Carlos Cruz Diez, artista plástico, quien ha dedicado su carrera al estudio del color, el mismo que hace trabajar al ojo del espectador que busca el principio y el fin del movimiento en sus obras, el mismo que bañó las prendas de efusivas tonalidades y de todos los elementos dominantes del arte óptico como líneas paralelas rectas o sinuosas, los contrastes cromáticos, la geometría, los cambios de forma y tamaño y la combinación o repetición de formas o figuras. 


  Cruz-Diez realizó seis cuadros de tres metros de largo que fueron impresos en sedas, organzas, mikados, entre otras, mientras que Carvallo adaptó la extensa paleta de colores del pintor a sus 35 prototipos, optando por incorporar el negro para neutralizar la intensidad cinética de tonos como el lima, el celeste, el naranja o el rosa. Un desafío todavía más grande que pintar un cuadro.


  “Cuando ves una escultura o una pintura en una pared, el uso del color te complace en la vista, pero verlo sobre el cuerpo a veces no es tan grato. Así que para mí fue simplemente un placer, un ejercicio, trabajar con las bandas metálicas de Cruz-Diez” – Oscar Carvallo


   Los latinoamericanos llevan el movimiento y el color en las venas porque bailan y se alegran, porque están rodeados del color de miles de frutos y flores, del brillo del sol y de los distintos tonos azulados del mar. Es por eso que rechazan la estática y los grises, así como se mostró en esta colección presentada en el Fashion Week de la Alta Costura de París, en el año 2014.  

  La exhibición La couleur et le corps (El color y el cuerpo) La puesta en escena de la muestra es sinceramente bella. Los vestidos se encuentran suspendidos en el aire, como flotando, al lado de los cuadros de Cruz-Diez en los cuales están inspirados, cada uno está firmado en la etiqueta por el artista. 






Nota por: Claudia Finol.

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